La escucha activa y el mindfulness benefician a los pacientes
Mindfulness
Ante todo, la actividad conocida como mindfulness es un método de meditación budista, en la cual uno se enfoca en el momento o la actividad presente sin juicio adicional. Por ejemplo, el sujeto se concentra en un acto simple que está ejecutando u observa su cuerpo inactivo, evitando pensamientos sobre el pasado, el futuro, y las relaciones causales. Solamente observa sin juicio. En la meditación budista, la concentración sobre un objeto o actividad se considera como el primer nivel del vaciamiento de la mente.
Esta técnica de meditación ha resultado ser muy útil en la psicología moderna en el tratamiento de varios trastornos, en particular de la ansiedad y la depresión, dos condiciones que afectan en diferente medida a millones de personas en el mundo. Estudios clínicos han demostrado la eficacia del método, que puede crear beneficios en la salud tanto al nivel físico como mental para diferentes tipos de pacientes y adultos.
Escucha activa
La escucha activa se utiliza en muchos contextos, como el aprendizaje, los procedimientos jurídicos, la resolución de conflictos, el asesoramiento, y por supuesto tiene aplicación directa en el contexto sanitario. La técnica involucra un tipo de escucha más participativo, en el cual el interlocutor que escucha ofrece la máxima atención posible tomando notas, recordando cada detalle, repitiendo lo que se expresa, pidiendo clarificaciones cuando son necesarias, y observando el lenguaje corporal. Se distingue de otras formas de escucha como la empática y la reflectiva, que se usan también en escenarios de asesoramiento.
En el centro sanitario
Cuando se aplica el mindfulness a los pacientes en tratamiento psicológico, el objetivo principal es reducir la rumiación mental, proceso en el cual la persona se obsesiona sobre su problema de forma dañina, empeorando sus síntomas físicos o psicológicos. Del mismo modo, las enfermeras, auxiliares, médicos y cualquier practicante de coaching de salud puede sugerir esta herramienta al paciente con el fin de aliviar sus síntomas o su sufrimiento.
Si el problema es psicológico, el alivio puede surgir de evitar la rumiación mental, simplemente por no pasar tanto tiempo pensando en los problemas. Esto es especialmente eficaz cuando este tiempo de rumiación, en vez de servir en la reflexión necesaria para solucionar los problemas, forma parte de ellos y/o los empeora.
Si se trata de una condición física como un cáncer bajo tratamiento, se ha demostrado que es imperativo reducir los estados de ansiedad y estrés debido a sus efectos psicosomáticos, que tienen la capacidad de empeorar la enfermedad. Entonces el paciente debe imperativamente desarrollar técnicas mentales de distracción, como el mindfulness, para evitar la rumiación y así minimizar el avance o los efectos fisiológicos de la enfermedad.
Otro ejemplo clásico son las enfermedades cardiacas, que requieren minimización del estrés, entre otras razones para minimizar el insomnio y favorecer el sueño reparador.
Por su parte, la escucha activa es de utilidad cuando el paciente describe sus síntomas. La dimensión biopsicosocial de la intervención requiere que se le trate como persona, que se escuche toda su historia, para entender no solo cual es la condición, pero qué persona está sufriendo de ella, en qué contexto social/psicológico está sufriendo, y a qué nivel de vulnerabilidad está expuesto o expuesta. Así la escucha activa sirve a los profesionales para elaborar la imagen completa y justa de la situación, y compartirla si es necesario, antes de volver al paciente para ofrecerle un trato holístico: tanto soluciones estrictamente médicas, como elementos de coaching u otros apoyos.