La atractiva oferta de la musicoterapia

musicoterapia

Si nos movemos bailando, hacemos ejercicio físico. Si celebramos o criticamos la música, hacemos ejercicio cognitivo. Si cantamos juntos, nos socializamos. No resulta sorprendente que la música puede favorecer la cura. El sector de la musicoterapia ya tiene su historia y literatura académica. Su profesionalización continúa en España y el resto del mundo.

La American Music Therapy Association (Asociación Americana de Musicoterapia) define la musicoterapia como “el uso clínico y basado en evidencia de intervenciones de la música por un profesional acreditado quien ha completado un programa aprobado de musicoterapia para lograr objetivos individualizados dentro de una relación terapéutica.” 

Según lamusicoterapia.com, la web de una asociación de musicoterapeutas en Barcelona, existen tres tipos de formación: 

  1. La formación para la sensibilización, realizada a través de charlas y presentaciones para sensibilizar el público interesado en las aplicaciones de la musicoterapia.
  1. La formación complementaria, que se realiza con profesionales quienes necesitan recursos musicales para añadir a las herramientas que ya utilizan en su trabajo y quienes requieren supervisión por musicoterapeutas en su uso de técnicas de musicoterapia.
  1. La formación profesional para musicoterapeutas, culminando en una acreditación de postgrado o máster. Los musicoterapeutas con este último nivel de formación reivindican la profesionalización del sector y advierten en contra del uso de la musicoterapia por personas no formadas quienes pudieran desconocer las contraindicaciones.

Es difícil hablar de la génesis de la musicoterapia porque muchas culturas consideran la música como terapéutica en sí. A menudo hablar de música es hablar de sus efectos curanderos, y gran parte de los usos primitivos o prehistóricos de la música solían ser encantamientos o conjuros. Desde esta perspectiva, la función de la música es cambiar la suerte del humano: influenciar los elementos atmosféricos, ofrecerle una cura, o simplemente el placer proporcionado por los sonidos, que también es un tipo de cura. 

La musicoterapia contemporánea reconoce, estudia y describe este poder curativo, crea un marco metodológico para explotarlo, y aplica la música en un contexto médico moderno. La musicoterapia como terapia integrada en la medicina occidental contemporánea, posiblemente se desarrolló entre 1850 y 1950 con el uso de la música para las víctimas de la guerra de Crimea, la guerra civil estadounidense, y las dos guerras mundiales. En estas actuaciones los músicos intervenían con fines paliativos en hospitales, con heridos psicológicos y físicos. 

La Universidad Michigan State College creó el primer programa de licenciatura en Musicoterapia en 1944. El psicólogo Thayer Gaston es considerado el padre de la musicoterapia moderna y enfocaba su trabajo en la universalidad de la música como alternativa a la palabra para reforzar el vínculo entre terapeuta y paciente. Publicó su Tratado de Musicoterapia en 1989. 

Desde entonces se ha utilizado la musicoterapia en el tratamiento de varias condiciones. En el autismo se utiliza en pediatría para ayudar a la concentración. En las enfermedades coronarias, se utiliza para ayudar a estabilizar el ritmo cardiaco. En la reeducación después de ciertas embolias se emplea en el proceso de recuperación de las capacidades motrices. En la demencia los centros geriátricos se utiliza la escucha de música clásica, el canto en grupo, y la escucha de listas de reproducción personalizadas para mejorar el disfrute, la conciencia, y la participación de los residentes afectados. Finalmente, los pacientes de afasia suelen demostrar un gran interés por la música, y ésta se puede convertir para ellos en un modo privilegiado de comunicación. Por ejemplo, le puede resultar más fácil a un paciente cantar que hablar una palabra o serie de palabras.

La musicoterapia se ha utilizado hasta ahora principalmente en cuidados paliativos y psicológicos, así como para complementar otras terapias en el tratamiento de las condiciones que afectan la capacidad de interacción del paciente. Los musicoterapeutas advierten sobre la importancia de la profesionalización de la disciplina y la literatura académica disponible concluye que la musicoterapia contribuye a las curas psicológicas y psiquiátricas en particular. 

Quedan pendientes más investigaciones para satisfacer el criterio de intervenciones basadas en evidencia empírica. Mientras tanto, los musicoterapeutas podrán intervenir y colaborar con enfermeras, coaches de salud, y otros profesionales para aportar un complemento o alternativa en el contexto de una terapia holística.

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