Juan Orjuela: «El 1% de la población mundial sufre algún tipo de trastorno musical congénito”

Hoy hablamos de trastornos musicales con el Doctor Juan Manuel Orjuela, médico psiquiatra especialista en Neuropsiquiatría y docente en el Máster en Neuromúsica de NUS Agency.
¿Qué son los trastornos musicales y por qué se originan? ¿Cómo se diagnostican y tratan? Orjuela repasa los diferentes tipos de trastornos musicales que existen acercándonos a un fenómeno prácticamente desconocido, pero con el que conviven muchísimas personas.
¿Qué es un trastorno musical?
J: Al trastorno musical se le llama también amusia y es como un parangón o una forma de decir que hay una alteración en el procesamiento musical.
Por ejemplo, en la neuropsicología se habla de afasia para hacer referencia a los trastornos del lenguaje. En este terreno llamamos amusia a las alteraciones neurológicas que afectan la capacidad para percibir, interpretar, reproducir o comprender elementos musicales.
Como por ejemplo: melodías, ritmos, timbres, tonos, sin que exista un problema auditivo básico ni cognitivo. O sea, la persona escucha pero es en el procesamiento cerebral donde no comprende o no puede reproducir lo que acabo de mencionar.
¿Qué puede provocar un trastorno musical?
J: Los trastornos musicales pueden ser congénitos. Es decir, las personas pueden nacer con ellos por diferentes cuestiones genéticas por las cuales se configuran de manera diferente las redes cerebrales involucradas en el procesamiento de la música. Pero también pueden ser adquiridos, lo que quiere decir que tú tienes un desarrollo normal, pero pasa algo en tu vida como un trauma craneoencefálico por un accidente de tráfico, un evento cerebrovascular, un trombo en tu cerebro que genera un daño o una enfermedad neurodegenerativa como Alzheimer que afectan áreas específicas del cerebro, responsables de ese procesamiento musical.
¿Qué pasa en tu cerebro cuando escuchas tu canción favorita?
"El trastorno musical, también llamado amusia, es una alteración en el procesamiento musical. Puede ser un fenómeno congénito o adquirido"
¿Es difícil evitar o prevenir un trastorno musical?
J: Así es. En el caso de las amusias congénitas o trastornos del desarrollo, no es posible prevenirlos porque están condicionados por factores genéticos o del desarrollo cerebral. Sin embargo, con las adquiridas vamos a tener en cuenta que la salud cerebral es un hábito protector. Por ejemplo tener una dieta mediterránea, hacer actividad física regular, respetar 6 u 8 horas de sueño, manejar bien el estrés de la vida cotidiana, tener hobbies, evitar traumatismos craneoencefálicos y en la medida de lo posible, estimular el cerebro con aprendizaje.
¿Cómo se diagnostica un trastorno musical?
J: Generalmente, las personas no acuden diciendo que tienen un problema para percibir el ritmo o los tonos. Casi siempre se reclutan por medio de encuesta.
Por ejemplo, en Canadá publican en un blog digital la pregunta “¿Quiénes de ustedes no disfrutan de la música o a quienes les molesta la música?”. Los que responden afirmativamente, son llamados a un laboratorio para hacer estudios genéticos con diferentes pruebas neuropsicológicas que involucran la música.
Por ejemplo, el Test de Montreal de Amusias es muy utilizado, pero también hay otro tipo de tests para verificar el reconocimiento de las emociones evocadas por la música. Son tests neuropsicológicos que se pueden aplicar a personas con esta aversión y en otros casos cuando hay lesiones cerebrales, traumas o eventos cerebrovasculares, como parte de la valoración completa se puede incluir este tipo de herramientas diagnósticas.
¿Cómo se tratan estos trastornos?
J: El tratamiento depende del tipo de trastorno y su causa. En los que son adquiridos es fundamental la rehabilitación neuropsicológica. El problema es que no todos los neuropsicólogos saben hacer una intervención de este tipo. Habitualmente, todo está muy enfocado en el lenguaje.
La rehabilitación musical es compleja. No hay tanta investigación ni tanta divulgación. Sin embargo, de la mano de musicoterapeutas se pueden hacer diferentes tipos de intervenciones para estimular la plasticidad cerebral y mejorar la relación del paciente con la música o con el trastorno que ha desarrollado.
"La rehabilitación musical es compleja, pero de la mano de musicoterapeutas se puede estimular la plasticidad cerebral y mejorar la relación del paciente con la música"
¿Qué tipo de profesionales intervienen para ayudar a alguien con esta problemática?
J: Entre los profesionales que suelen intervenir se incluyen neurólogos, neuropsicólogos, psiquiatras, musicoterapeutas y terapeutas ocupacionales también, dependiendo del origen y la manifestación del trastorno. En algunos casos también pueden participar fonoaudiólogos, que son expertos en audición y lenguaje.
¿Existe predisposición a sufrir un trastorno musical?
J: En el caso de las amusias congénitas, se ha identificado que puede haber cierta predisposición genética. Por ejemplo, si tu padre o abuelo tienen este tipo de manifestaciones que podrías heredar. Sin embargo, para las adquiridas la predisposición está relacionada con el riesgo de sufrir un evento cerebrovascular, si tienes problemas de colesterol, azúcar, sobrepeso, hábitos sedentarios, etc.
Todo esto aumenta el riesgo de enfermedades neurodegenerativas y problemas vasculares, lo que sería básicamente la predisposición a sufrir un trastorno musical.
¿Por qué no se oye hablar de trastornos musicales?
J: Quién los sacó de la sobra fue Oliver Sacks en su libro “Musicofilia”, que es el referente principal. Esta es una categoría que no forma parte de los manuales diagnósticos. No son enfermedades que estén en los grandes catálogos diagnósticos. Forman parte más de aquellos que estamos interesados en los aspectos clínicos del procesamiento musical. Incluso en el pregrado y en el posgrado, entre la mayoría de médicos, neurólogos y especialistas que antes mencioné, no se comparten este tipo de conocimientos ni se discuten en las aulas académicas, pero existen.
El 1% de la población mundial tiene amusias congénitas, nacen con esto. Lo que pasa es que pueden llevar una vida normal en la mayoría de los aspectos. Una persona puede ser presidente de un país y tener una dificultad para percibir el ritmo o los compases. O una incapacidad para distinguir el timbre de un saxofón o una trompeta. Como no interfieren en la inteligencia ni en el lenguaje, pueden pasar desapercibidos, pero vamos a ver que hay una neurobiología que subyace.
¿Hay casos en los que estos trastornos impidan llevar una vida normal?
J: He tenido algunos pacientes que han tenido tumores. Tuve una a la que le encantaba bailar, le encantaba cantar en karaoke. Tuvo un tumor en una zona específica del cerebro que al ser extirpado le provocó la pérdida de la capacidad de recordar y reconocer canciones. Ni siquiera era capaz de identificar el himno nacional de su país. Comenzó a sufrir mucho porque, dentro de su contexto, la música era muy importante. La afectación va a depender de muchos factores.
Otro caso fue el de un pianista que tuvo un infarto en una zona del cerebro que se llama la ínsula derecha. La ínsula es la encargada de procesar todo el reconocimiento interno y emociones. Después del infarto, él queda con sensación de que no disfruta la música y desarrolla un trastorno llamado anhedonia musical. Va a depender mucho de la persona, de la causa de esta condición, cómo afecte en su calidad de vida.
"Los trastornos musicales no están en los grandes catálogos diagnósticos, pero el 1% de la población mundial tiene amusias congénitas. Lo que pasa es que pueden llevar una vida normal "
Hablas de fenómenos positivos y negativos. ¿Por qué esta diferenciación?
J: Se habla de fenómenos positivos y negativos en relación a que emerge una función o síntoma o se pierde una función.
Fenómenos positivos
J: Por ejemplo, que emerja un síntoma es típico de pacientes que tienen obsesiones musicales. Estas son ideas que surgen o sonidos que surgen intrusivamente en la mente de la persona, en el cerebro. Son recurrentes, repetitivos e interfieren en el flujo normal de la conciencia de la persona. Tú estás hablando y de repente hay una canción o una música muy intensa que invade tu mente, no deja que te concentres en nada y esto se mantiene desde que te levantas hasta que te acuestas. Muchas veces son canciones absurdas, géneros que no disfrutas o sonidos que nunca antes has escuchado y esto afecta a tu calidad de vida generando ansiedad.
Los pacientes que yo he tenido con obsesiones musicales son habitualmente personas jóvenes que consultan por trastornos de ansiedad y de insomnio y lo que tienen es un trastorno obsesivo compulsivo relacionado con la aparición de canciones intrusivas que son muy parecidas a las canciones pegajosas.
Otro ejemplo de fenómeno positivo son las alucinaciones musicales, que es una condición en personas de 60-65 años, casi siempre mujeres, que están perdiendo audición y en ese proceso empiezan a aparecer canciones sobre todo de la infancia tanto en casa como en la calle. Escuchan la canción desde fuera y sienten que tienen una radio encendida junto a ellas. Les da la sensación que están enloqueciendo, tienen miedo de sufrir una demencia, pero realmente el origen de las alucinaciones musicales es la pérdida de audición y se corrige con un audífono.
Hay otras condiciones que no son tan psicopatológicas como por ejemplo las sinestesias musicales, que es un fenómeno que emerge también en la mente. Sinestesias significa la unión de sentidos. Hay personas que pueden ver la música. Yo tenía una paciente que decía que abría una cajita de música y le encantaba la canción morada y hoy en día ella es compositora. Con el consumo de psicodélicos (LSD, psilocibina, etc.) también puede haber personas que vivan ese tipo de fenómenos y puedan ver la música. No es propiamente algo psicopatológico, pero sí forma parte de estas experiencias positivas. Estos serían los ejemplos positivos más clásicos.
Fenómenos negativos
J: En cuanto a los fenómenos negativos, nos referimos a funciones que se tenían y se pierden.
Por ejemplo, el paciente músico que anteriormente comentaba que tocaba el clavecín. Él sufre un evento cerebrovascular en la ínsula derecha, que es la región del cerebro que procesa todas las emociones. A pesar de disfrutar mucho de la música, en el hospital se da cuenta de que está muy plano emocionalmente, que la música de Bach o The Beatles que tanto disfrutaba, ahora no le generan placer o hedonismo. Él pierde la habilidad de sentir placer por la música de manera transitoria, pues esto le dura de unos tres a seis meses. Esta persona desarrolla un concepto llamado anhedonia musical, lo que se traduce como “sin hedonismo musical”, un fenómeno muy estudiado por Robert Zatorre y su equipo.
Otro fenómeno son las amusias, que provocan la pérdida de capacidad para percibir tonos y ritmos. He tenido pacientes que tienen tumores en el hemisferio derecho del cerebro y después de esto no pueden identificar bien una melodía, discriminar una trompeta de un saxofón o el piano les suena enlatado. Les cambia la percepción de la música a través de una lesión cerebral. Y hay una condición que estudié en los últimos años que trata de cómo algunas enfermedades neurodegerenativas como la demencia fronto temporal en la que se atrofian las regiones frontales y temporales del cerebro provoca la incapacidad de percibir las emociones evocadas por la música.
Por ejemplo, te puedo poner una canción que suene como “Cumpleaños feliz” y sabes que suena a algo feliz. Pero si te pongo la de “La lista de Schindler”, lúgubre y sombrío, lo puedes asociar a algo triste. Pues las personas con esta enfermedad pierden la capacidad para reconocer las emociones que quiere transmitir la música. Y eso les pasa también a nivel facial, teniendo dificultades para reconocer las emociones en los rostros.
¿Crees que todavía queda mucho por investigar en este terreno?
J: Creo que el terreno de la Neuromúsica, de las terapias de sonido, la interfaz entre la neurociencia, el cerebro y la salud mental, está tomando un auge muy interesante. Hoy en día hay muchos laboratorios de Neuromúsica muy avanzados en el mundo. Esto nos permite saber que hay un interés por parte de la sociedad y la ciencia por saber qué pasa y cuál en la relación entre el cerebro y la música y, entre otras, por qué llevamos tantos años evolucionando con la música.
Hay fósiles de flautas de hace 60.000 años. Por qué la música está tan intrincada con la experiencia humana.
Este tipo de investigaciones nos han permitido dilucidar este campo que es fértil, pero todavía guarda intrigas y está poco desarrollado. Hay un interés humano por aprender y hoy tenemos más herramientas y tecnología para estudiar el cerebro que nos está permitiendo entender ese entramado entre la neurociencia y la música.