Esteban Gómez: «La resolución del Tribunal Superior de Justicia servirá para limpiar la profesión de estereotipos»
“Una enfermera SÍ PUEDE SER Directora General de Cuidados, Humanización y Atención Sociosanitaria”. Así, el Colegio Oficial de Enfermería del Principado de Asturias, abría titulares el pasado 27 de febrero.
¿La noticia? María Josefa Fernández, enfermera de profesión, fue designada el pasado diciembre de 2021 como Directora General de Cuidados, Humanización y Atención Sociosanitaria. Este nombramiento fue altamente discutido y debatido en ciertos sectores y colectivos, discrepancias que terminaron por materializarse en un recurso contencioso-administrativo interpuesto por el Colegio de Médicos de Asturias ante el Tribunal Superior de Justicia. ¿La resolución? Como reza el titular con el que desde NUS hemos abierto página hoy: sí, desde luego una enfermera puede ocupar un cargo de alta gestión.
¿Cómo es posible que necesitemos una sentencia judicial que avale que una enfermera es perfectamente competente para ocupar un cargo tan ligado a la alta gestión?¿Por qué nombramientos como este siguen abriendo portadas y debates? ¿Cómo empoderar a los profesionales de la enfermería? En base a todo ello, en NUS Agency hemos hablado con Esteban Gómez Suárez, Presidente del Colegio Oficial de Enfermería del Principado de Asturias para incidir en la visibilización, la representación y el emprendimiento dentro del colectivo que representan enfermeros y enfermeras.
Bajo tu experiencia como presidente del Colegio Oficial de Enfermería de Asturias, ¿crees que en el Sistema Sanitario nacional se visibiliza lo suficiente la labor que desempeña el sector enfermero?
Ciertamente yo no creo que el debate recaiga en torno a si está o no visibilizado. De hecho, en su momento la pandemia hizo que se visibilizase mucho más la profesión, pero pese a eso, tan solo se visibilizaban tareas o competencias muy concretas, por ejemplo, la extracción y análisis de muestras COVID-19. Sin embargo, creo que lo que no se visibiliza es de manera correcta, es decir nos encontramos ante un problema de calidad, de cómo nos mostramos o cómo la población nos percibe.
Creo que falta mucha educación o visibilización de la enfermería como profesión y no como oficio, es decir, como profesionales del cuidado y como científicas del cuidado. Como sociedad, todavía seguimos con una visión un poco desdibujada de lo que es la enfermera, y tendemos a caer en estereotipos de la enfermera buena, simpática, dispuesta, amable, tierna y acogedora. Y la enfermería no es tanto -o solo- eso, sino que es una profesión que aplica la ciencia a los cuidados.
En ese sentido… Se podría decir que, socialmente, los cuidados siguen estando desvalorizados. A mí me gusta hablar de un concepto que trabajamos aquí, en Asturias, que se llama “miserabilización” de los cuidados, o, dicho de otra forma, que cuando tú no das cuidados profesionales, estás contribuyendo a que los cuidados sean de baja calidad. Nos encontramos ante una situación en la que, frente al cuidado personalizado está la “miserabilización”, que cada día crece más.
En la actualidad, podemos ver a más y más profesionales dentro del sector que no están lo suficientemente formados y que no tienen conocimientos y competencias para hacer lo que realmente están haciendo, o que están tan saturados que no pueden brindar unos cuidados profesionalizados y rigurosos.
Tradicionalmente la profesión de la enfermería ha estado -y está- muy asociada a un estigma o a unos estereotipos ligados a la gestión de los cuidados. ¿Qué crees que se necesita para huir de ese estigma?
Ciertamente es un tema complejo, porque esto supone un cambio cultural muy importante que se tiene que dar, por un lado, dentro de la profesión y, por el otro, desde la sociedad en general. La enfermería es una profesión en la que tenemos un sesgo de género muy marcado y que nos condiciona mucho tanto internamente como externamente. Entonces, pienso que debemos trabajar en ambos ámbitos. En lo que se refiere a la parte interna, sobre todo, debemos creer en la práctica basada en evidencias, trabajar las competencias de investigación y la gestión de los cuidados.
Todo esto que te estoy contando es muy importante para la enfermería porque va a ser lo que nos dé un rol específico y nos va a posicionar como enfermeras de cara a la próxima década y nos ayudará a afrontar la crisis de profesionales en la que nos estamos empezando a encontrar. Poco a poco vamos a tener que dejar de hacer técnicas que habitualmente hacemos -como puede ser el reparto de medicación oral, el acceso la extracción de sangre, etcétera,- y esto va a suponer todo un reto. Un reto en cuanto a adaptación y desvinculación de la técnica, un reto y todo un aprendizaje en cuanto a ámbitos como el de la gestión de los cuidados que, cada día más, van a ir adquiriendo más y más importancia.
“Falta mucha visibilización de la enfermería como profesión, no como oficio”
Las enfermeras tenemos que ir asumiendo y creyendo que estos espacios de gestión también son nuestros y también tenemos que hacer ver a los políticos y a la sociedad en general que esa inversión en enfermeras es rentable en cuanto a salud. Por ponerte un ejemplo de cómo llegar a conseguirlo, aquí, desde el Colegio de Enfermería de Asturias estamos trabajando muy encarecidamente en potenciar el emprendimiento de las enfermeras para que ellas consigan emprender en una empresa que genere valor más allá de ser un accesorio que tiene sistema público o incluso el sistema privado, en algunos casos. Nuestro trabajo, desde el Colegio, es intentar impulsar este emprendimiento para que las enfermeras se conviertan en agentes de salud de primera línea y para que puedan aportar un valor añadido a la salud de los ciudadanos desde esa primera línea.
Para conseguirlo es importante que cambie la legislación y, probablemente, la mentalidad de las propias enfermeras. Sin una no puede funcionar la otra, y por eso es muy importante que la legislación cambie para ayudarnos a ser autónomos.
Desde tu experiencia, ¿qué aspectos consideras que capacitan a una enfermera para asumir puestos de alto rango en el sector sanitario?
Las enfermeras tenemos una visión global de la salud y, por lo tanto, podemos trabajar en equipos multidisciplinares con mucha facilidad. Las enfermeras se forman hoy en día en ámbitos como la gestión, la salud pública, la calidad asistencial,… al mismo nivel que cualquier otro profesional, pero, además, su formación y su carrera profesional se cuaja desde la cercanía a los pacientes, a los ciudadanos, a las comunidades. Esto marca su posterior desarrollo con independencia de su nivel académico.
El liderazgo enfermero es muy pragmático y global, con una visión muy ancha y transformacional. Añade enfoque cualitativo al preponderante cuantitativo en salud, lo que le da una visión muy interesante de los porqués. El enfoque “triple impacto” hablaba de la mejora no solo de la salud de las comunidades, también de la mejora de la igualdad y la economía de las comunidades. ¿Qué no tiene una enfermera para asumir un puesto de este tipo?
¿Por qué crees que causa revuelo que una enfermera pueda asumir una posición de Directora General en el ámbito sanitario?
El acceso a cargos de alta gestión en el ámbito público, son cargos para los que se requiere, por supuesto, una competencia profesional y política que no excluye en modo alguno a las enfermeras.
Los cargos de este nivel de servicio público pueden hacerlo mejor o peor, pero la experiencia nos viene enseñando que no lo hacen mejor o peor por la titulación que ostentan sino por otras habilidades, conocimientos y actitudes que manejan. En el caso que nos ocupa, el nombramiento de María Josefa Fernández Cañedo, creo que esto nos lleva a hablar de que incluso las enfermeras aportan pericia y talento que es escaso en otros perfiles de la administración pública y la política. En definitiva, las enfermeras enriquecen la gestión pública y deben estar muy presentes en este ámbito político.
Personalmente creo que la demanda interpuesta ante el tribunal es una argumentación anacrónica, puesto que en su día era doble y se denunciaba el nombramiento de la directora general de cuidados, humanización y atención sociosanitaria y del director general de política y planificación sanitaria. En aquellos momentos la Dirección General de Calidad, Transformación y Gestión del Conocimiento estaba dirigida por una farmacéutica y hoy la dirección general de política y planificación la dirige una economista. Bien, solo se han demandado los nombramientos de enfermeras.
En una sociedad como la actual en la que sabemos que la salud es mucho más que la ausencia de enfermedad y que en ella influyen muchos determinantes socioeconómicos, se hacen necesarios nuevos liderazgos multidisciplinares. Entonces, excluir de los mismos a las enfermeras por el simple hecho de ser enfermeras parece que tiene poco sentido, más aún cuando la OMS y otros organismos internacionales está pidiendo más peso de las enfermeras en la política, la gestión y la toma de decisiones. La apuesta por las enfermeras en la alta dirección no es tan valiente como inteligente.
“Socialmente, los cuidados siguen estando desvalorizados”
¿Dirías que el fallo positivo del Tribunal Superior de Justicia asturiano supone un paso para empoderar y reafirmar los conocimientos y capacidades de los profesionales de la Enfermería? ¿De qué manera?
Creo que el fallo es un buen espaldarazo, sobre todo porque estamos acostumbrados a otros fallos del estilo que no reconocen a las enfermeras como lo que actualmente son. Estos resultados jurídicos que obtienen las enfermeras en los tribunales, tienen que ver con un ideario un poco “ñoño”, anacrónico y sesgado de lo que es una enfermera y con una legislación obsoleta y discriminatoria respecto a la capacidad profesional de las enfermeras.
Actualmente, el ejemplo español cuenta con consejeras de salud en comunidades como Baleares, por ejemplo, y… ¿verdad que aún no se ha caído la sanidad pública? En España este miedo o este pensamiento tradicional y desactualizado aún está muy arraigado en las mentes de muchos, y, tal vez, ejemplos como el de Baleares o el nuestro, en Asturias, puedan servir para poner sobre la mesa las muchas competencias que poseen las enfermeras para ocupar cargos de gestión.
Yo creo que, en este caso, la resolución del Tribunal Superior de Justicia es algo muy positivo para las enfermeras. Aún habrá que ver si hay recurso y cómo se resuelve, y sí que es cierto que algunos de los aspectos de la sentencia son debatibles, pero, en general, la considero como un gran impulso y una gran oportunidad. Me gustaría pensar que este fallo nos va a ayudar a ir quitándonos el miedo y va a hacer que gobiernos que han tenido la valentía o la inteligencia de incorporar a enfermeras en el ámbito de la Alta Gestión se vean respaldados y puedan corroborar estas decisiones con buenos resultados.
Bajo mi prisma, yo creo que esta resolución va a servir para intentar limpiar la profesión de estereotipos anacrónicos y casposos, porque, cuando hablamos de gestión, en mayúsculas, tenemos que pensar en que la persona designada también tiene que adquirir otro tipo de cualidades más allá de su propio ámbito competencial. Es decir, si hablamos de una enfermera, más allá de la gestión de los cuidados, en este caso también tendrá que tener competencias políticas, comunicativas, administrativas, de liderazgo, de gestión… O sea, competencias totales. Y, en este caso, en lo que se refiere al nombramiento de María Josefa Fernández, creo que es una profesional totalmente y plenamente formada para esto y que ha sido elegida precisamente por ello.
Creo que, pese al nombramiento, no debemos confiarnos porque la legislación sigue siendo la misma y no nos podemos olvidar de lo que pasa en el ámbito político. Por ello, leyes como la LOPS o la de uso racional del medicamento deben ser repensadas, no solo por como tratan a las enfermeras sino porque se necesitan adaptar a la sociedad del siglo XXI, al conocimiento científico del siglo XXI y a las necesidades de salud del siglo XXI.
Queda, por tanto, mucho camino que recorrer, pero la reafirmación y empoderamiento de las enfermeras no la dará ningún tribunal, sino el buen hacer cada día de miles de profesionales en España. En Asturias tenemos más de 7000 ejemplos, directores generales incluidos.
“La reafirmación de las enfermeras no la dará ningún tribunal, sino el buen hacer de miles de profesionales”
¿Cuáles son las competencias que, bajo tu opinión y experiencia, diferencian a las enfermeras de otros colectivos o profesiones?
Lo que diferencia a las enfermeras de otros colectivos es que las primeras tienen una alta capacidad de resolución, una gran adaptabilidad y una alta capacidad de trabajo, además de una visión muy global del sistema, y esto te lo pueden corroborar profesionales de otros sectores con los que, desde el Colegio, actualmente trabajamos. En ese sentido, las enfermeras sabemos gestionar muy bien no solamente el día a día, sino también la planificación a mayores.
Como enfermeras no nos centramos simplemente -o tanto- en la enfermedad, sino en el bienestar y en el cuidado del paciente y en el cuidado de la comunidad. Así pues, en ese sentido creo que tenemos una visión muy transversal de todo lo que sucede alrededor del paciente que supone un valor añadido.
¿Qué factores crees que influyen para que una enfermera no pueda o quiera acceder a puestos de poder y dirección?
Yo creo que esto se puede entender desde muchos factores, porque es algo que nace desde muchas ramas. No podemos negar los estereotipos y el sesgo de género que encontramos en la profesión, pero más allá de ello, el problema que encontramos es que la enfermería se considera una ocupación menor, probablemente porque a nivel social se considera una ocupación alejada de lo científico. Lo que sucede es que socialmente no se entiende que la enfermería pueda ser una profesión científica porque históricamente la ciencia, como muchos otros aspectos de la vida han sido, en su mayoría, representados por hombres.
Otro aspecto que influye, y mucho, es la legislación. En nuestro país nos encontramos ante una legislación muy estática y arcaica, entonces… Muchas sentencias que surgen desde los tribunales son contrarias a la ocupación de las enfermeras en diferentes cargos, sobre todo en el ámbito administrativo local. Y, aunque esta vez el fallo del Tribunal Superior de Justicia ha sido positivo, en líneas generales la interpretación por parte de los tribunales sigue siendo un poco paternalista y sigue considerando la enfermería como una profesión menor.
"La enfermería se considera una ocupación menor porque se cree que está alejada de lo científico"
Personalmente, ya no hablo de caer en el debate dicotómico entre enfermería o medicina, sino en equiparar la enfermería a otras profesiones o carreras como pueden ser las de derecho, economía o farmacia. ¿Por qué a nadie le extraña que un economista gestione un hospital, pero todos nos llevamos las manos a la cabeza en el momento en el que una enfermera es designada en una posición de gestión? La realidad, aquí, pasa por aceptar que las enfermeras están tan preparadas como cualquier otra profesión para un liderazgo activo porque tienen unas competencias muy interesantes que las convierten en unas profesionales ideales y perfectamente válidas para la gestión.
¿Cómo facilitar que las enfermeras puedan asumir estos puestos de poder más allá de querer cambiar la ley?
Yo sigo haciendo hincapié en ese cambio de la ley. En cuanto a la enfermería dermoestética y a la imagen corporal, por ejemplo, nos encontramos ante problemáticas legales importantes que no se pueden obviar. Por tanto, es crucial “alfabetizar” entre comillas a la población para propulsar ese cambio de cultura dentro de la profesión y enfocarla cada día más hacia el emprendimiento. Hay que trabajar en esta línea para conseguir empoderar a las compañeras, tanto si es en la alta gestión como si es en el camino del emprendimiento. Hay que trabajar, también, para generar sinergias con otras empresas y hay que impulsar esa cultura emprendedora.
En la enfermería hace mucha falta cambiar esa cultura, aventurarse a explorar las posibilidades que tiene el emprendimiento. Creo que hay que ir explorando esas posibilidades, pero siempre respaldados por un ley que nos recoja y nos ampare. Por eso es muy importante pedir cambios legislativos acordes a la actualidad y las necesidades que demanda la población de hoy en día.
En la enfermería tenemos un campo propio de posibilidades que para nada es reducido, así que… Queda trabajarlo. Queda trabajarlo, también, desde los Colegios Profesionales y desde el propio Consejo General de Enfermería. Los Colegios profesionales tenemos una tarea muy importante que comporta exigir a los políticos y trabajar en el cambio de la legislación. Pero esto no solo es en la enfermería, sino también en otros sectores que entroncan la Ley General de Sanidad, la Ley de Ordenación o la Ley del Medicamento. Estas leyes están obsoletas, no solamente porque discriminan a la enfermera, sino porque ya no dan solución a los problemas de los ciudadanos.
“En líneas generales la interpretación por parte de los tribunales sigue considerando la enfermería como una profesión menor”
Has hablado de potenciar el emprendimiento y la innovación dentro de la enfermería. Desde el Colegio de Enfermería de Asturias, ¿habéis impulsado alguna acción para potenciar la figura de la enfermera dentro del Sistema Sanitario?
En el ámbito del emprendimiento, desde Asturias hemos desarrollado un área de trabajo que hemos bautizado como Cuidalab, como un laboratorio del cuidado. En ella tenemos tres ámbitos: investigación, innovación en cuidados -y no solamente tecnológica-, y emprendimiento.
Hemos instalado el Cuidalab en Gijón, en el ámbito de la “Villa del conocimiento”, y hemos realizado un convenio con el área de Desarrollo Empresarial que se llama “Impulsa”. A través de esto, pues, estamos trabajando en la generación de sinergias con diferentes empresas y por un lado estamos enfocándonos en brindar ayuda a las enfermeras en sus proyectos innovadores y emprendedores y, por otro, en darles acceso a consultorías de las organizaciones públicas que las gestionan, así como brindarles la posibilidad de trabajar con sus proyectos propios a través de las empresas privadas.