Carla Puig: “Mi trabajo como enfermera es colaborar con el médico, no trabajar para él”

Carla Puig
Tiempo de lectura: 6 minutos

Carla Puig es fruto de la primera edición del Máster Enfermera Gestora de la Imagen Corporal. También, y, por qué no decirlo: es la clara figura de una profesional que sabe afrontar las adversidades para decidir “ser mejor cada día”. Tras los conocimientos adquiridos a raíz de una extensa formación, de entre la que destaca la enfermería estética, la gestión de la imagen corporal y un Máster en Terapias Naturales, decidió lanzarse sola a la piscina y crear IGNIA: un proyecto de enfermería dermoestética, bienestar y salud que “pretende ir más allá de la superficialidad”. Veamos por qué.

Eres enfermera quirúrgica y, ahora, también estás especializada en cuidados dermoestéticos y gestión de la imagen corporal. ¿Qué te impulsó a dar el paso hacia esta especialización?

Todo comenzó hace alrededor de unos 10 años. Yo tenía claro que el trabajo en el hospital me gustaba mucho, pero que no era mi objetivo final como enfermera, porque consideraba que tenía mucho más potencial para dar más allá de lo que hacía en la institución. Un día, casualmente, vi un anuncio que apelaba directamente a las enfermeras para que pasaran a la acción y se informasen acerca de la dermoestética. Como siempre había tenido esa inquietud me estuve informando, decidí llamar al Colegio Oficial de Enfermeros y Enfermeras de Barcelona (COIB) y llegué hasta Núria Sáez, quien me abrió las puertas hacia esta especialización.

Ese mismo momento de curiosidad fue casi paralelo a mi finalización en un Máster en Terapias Naturales y me dio esos conocimientos añadidos que reforzaron mi idea de emprender más allá de lo que era la hospitalización. Lo cierto es que siempre me había gustado la dermatología y otros muchos aspectos relacionados con la enfermería estética, y es por eso que, a raíz del Máster de NUS, fui encasillando mi perfil en este mundo y fui materializando las ganas de crear algo más allá.

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¿Podríamos decir, entonces, que IGNIA Salut i Benestar surge de una inquietud que llevas contigo desde hace ya mucho tiempo y de una necesidad no cubierta como profesional?

Desde luego. Creo que nosotras, como enfermeras, estamos muy preparadas e, incluso, que tenemos un carácter que otros profesionales no tienen. De hecho, considero que en España a la enfermera no se le da el valor que de verdad merece. 

Tras una gran crispación con el sector sanitario, y dando cabida y lugar a las inquietudes que me rondaban desde hacía mucho tiempo en torno a emprender, decidí armarme de valor. Realmente yo tenía muy claro que quería huir de esa jerarquización tan marcada entre médico-enfermera. Y así lo hice.

La enfermería tradicionalmente siempre ha sido una profesión muy feminizada, ¿sabes? Está claro que vivimos en un mundo machista y, por desgracia, nuestro país no es precisamente adalid de la modernidad. Imagínate dentro del mundo sanitario: esto se multiplica. ¿Cuántas veces crees que he escuchado a pacientes llamarme “nena”? ¿Acaso lo hacen, esto, con los médicos? Ya te digo yo que no. Tal vez esto sí ocurre cuando es una doctora y no un doctor, pero desde luego, cuando son ellos los facultativos, esto no pasa. Tal vez, si la enfermería fuera una profesión asociada al género masculino estaría más valorada. Poder huir de todos estos patrones no es fácil y muchos no están dispuestos a hacerlo. 

“En España, a la enfermera no se le da el valor que de verdad merece”

¿Esta pulsión y esta diferencia por género de la que hablas es el punto de inflexión que hace que te decidas definitivamente a emprender?

Totalmente. Una se cansa de encontrarse constantemente con situaciones en las que se ve ninguneada. Desde luego, yo tengo muy claro que mi trabajo como enfermera es colaborar con el médico, no trabajar para él. No soy ni la secretaria de nadie ni su sirvienta, y estas situaciones son muy incómodas y desagradables. Realmente sientes que tu trabajo no es valorado y que va mucho más allá de recibir órdenes.

¿Crees que este estereotipo que se asocia a la enfermería está muy ligado a los cuidados y al acompañamiento del paciente?

¡Claramente! Del mismo modo que el cuidado de los hijos está infravalorado y se considera un trabajo menor -cuando en realidad, está claro que no lo es-, en la enfermería, y en los cuidados en general, se da por hecho que son trabajos que puede hacer cualquiera. 

Por lo que cuentas, IGNIA surge de unas inquietudes y unas carencias del sector hospitalario e institucional. Ahora, una vez creado el proyecto, ¿dónde te gustaría situarlo?

A raíz del Máster y escuchando los consejos de Núria Sáez, en mi vida poco a poco fue tomando forma la posibilidad de emprender. En mi caso personal, escuché lo que me decía Núria e hice mía esta idea. Y decidí que realmente estaba capacitada para aportar un valor a la enfermería dermoestética. Esta idea surgió desde la valentía y desde la autoestima que forjé para afrontar el proyecto. 

Tengo claro que seguramente lo que haga dentro de diez años no tenga nada que ver con lo que estoy haciendo ahora, pero ahora hago lo que sé hacer, siendo consciente que mejoro cada día y que la IGNIA de ahora será diferente que la IGNIA de aquí diez años.

Primero, quise montar una consulta de enfermería por mí misma. ¿Qué pasó? Que hubo mucha gente que me dijo que no lo podía hacer, que estaba sometida a normativas legales y habladurías varias, y, poco a poco fui cogiendo miedo. Me asesoré  y, al final, acabé sabiendo que yo no hacía nada que no pudiera hacer. 

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La clínica de Carla Puig: IGNIA Salut i Benestar.

Desde luego, hay muchas técnicas de la enfermería estética que pueden servir como reclamo para un negocio, como bien puede ser el ácido hialurónico. Y yo tengo claro que IGNIA no es solo eso, y considero que el ácido es una herramienta más que me puede servir para tratar a la persona de una manera completa, integral. Es decir: si un paciente viene con un problema de piel, mi trabajo no es sólo tratar ese problema, sino buscar las causas que lo provocan, trabajarlas, intentar ir más allá. Como profesional, intento que en mi clínica los pacientes no solo se vayan con la solución a un problema, sino que se sientan acompañados desde el principio hasta el final. En IGNIA se trata al paciente del mismo modo que hago en un hospital: planificando los cuidados y buscando incidir en el problema para poder tratar las causas. 

Bajo esta premisa, decidí que crearía un centro polivalente, es decir, en el que se reuniesen otro tipo de profesionales como nutricionistas, fisioterapeutas, psicólogos, etc. Y lo decidí así porque pensé que de este modo podía ayudar al paciente de una manera más completa.

IGNIA pretende ir más allá de la superficialidad. Y estoy muy orgullosa de ello. Como profesionales que somos, tenemos el deber de asesorar al paciente adecuadamente y de ofrecerle otro tipo de tratamientos que le ayuden a empoderarse y a quererse más.

“Ante la presión de los facultativos, ayuda mucho saber que en Europa nuestras compañeras están desempeñando la enfermería estética autónomamente”

De esta manera, ¿crees que consigues desligar la imagen corporal de esa frivolidad que le otorgan muchos sectores?

Sí, eso intento hacer cada día. Considero que en la enfermería estética se tiene que ir paso a paso, y que siempre se está a tiempo de correr. A mí me gusta poder valorar el caso, asesorar y hablar con el paciente y entender sus necesidades. Y me gusta poder explicar los porqués y las razones de ser de los diferentes tratamientos. 

Yo, en IGNIA, me siento realizada. ¿Sabes la satisfacción que se siente cuando te das cuenta de que, además de hacer bien tu trabajo, lo disfrutas?

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La clínica de Carla Puig: IGNIA Salut i Benestar.

¿Crees que con IGNIA has encontrado tu lugar?

Desde luego. Cada día, cuando llego a casa y me siento realizada, feliz. ¡Eso es maravilloso! IGNIA me ha ayudado a conectar aún más con el paciente y a disfrutar de lo que hago, sea cual sea el caso.

"Debemos asesorar al paciente para ayudarle a quererse, aceptarse"

¿Qué necesita una enfermera para empezar su trayectoria como emprendedora?

Primero de todo, mucha fuerza interior. Lo segundo, tener claro que emprender no es fácil pero que se tiene que tirar hacia adelante sabiendo que hay personas que intentarán ponérselo difícil, frenarla. Con cabeza y siendo racional, pero luchando por cumplir sus sueños.

Y lo tercero, que tenga los conocimientos bien asumidos y que se abra a conectar y a escuchar a los pacientes.

Hablemos de referentes. En tu campo, ¿con qué referentes cuentas o has contado para ejercer tu profesión y crear tu proyecto?

¡Bueno! Yo, en el momento en el que escuché a Núria diciendo que era posible emprender como enfermera, tuve claro que sería una referente para mí. Y así ha sido. En ese momento Núria fue una persona de soporte, un punto de apoyo. Y saber que podía contar con ella me hizo creer que podía. Desde luego, si yo no hubiese hecho el Máster de Enfermera Gestora de la Imagen Corporal y no me hubiese topado con una persona como ella no hubiese tomado la decisión de emprender. 

Por otro lado, también hay otras personas que considero que han sido -y siguen siendo- mis referentes. Una de ellas, por ejemplo, es Cristina Palacios, de Binibeca Dermoestética. Ambas coincidimos en una formación de mesoterapia y enseguida me puso las cosas muy fáciles. Me ayudó, me dio contactos y, en definitiva, me apoyó mucho en este proceso tan largo de emprendimiento. 

Sabiendo que tengo estas dos grandes profesionales como soporte ante cualquier imprevisto, obtengo la seguridad y entereza necesaria para seguir hacia adelante. 

Las enfermeras gestoras de la imagen corporal, en el camino hacia emprender os veis sometidas a muchas presión, imprevistos y dificultades. ¿Cómo gestionar las críticas en torno a tu profesión?

Hay muchísima presión, eso está claro. ¿Cómo gestionar las críticas? Dentro de la consulta, respondiendo a todas aquellas dudas que surjan, explicándoles cuál es la situación actual y qué competencias tenemos nosotras. A mí siempre me gusta hacer una reflexión: “¿cuando tú vas al hospital, quién te pincha? ¿Un médico o una enfermera?”.

Yo creo que, si te pinchas, tienes que hacerlo con una persona con la que te sientas cómodo. No importa si es enfermera o es médico. Si prefieres que te pinche un médico, evidentemente ir a buscar a la enfermera para que lo haga no es la solución. Si no confías, es simple: no te dejes pinchar. Y punto. 

Sin embargo, también tengo que decir que esta presión tan potente por parte de otros facultativos, a veces, hace estragos. Y pese a que yo tengo muy claro que no quiero que un médico venga a trabajar aquí, lo que sí creo necesario es que podamos elaborar un protocolo conjunto conforme se me autorice a ciertas prácticas. 

Claro que existe esta presión, esto es algo que está a la orden del día. El cómo la afrontas, sabiendo que no estás haciendo nada fuera de la ley como profesional, eso ya es tu propia gestión. El miedo es gestionable. Muchas veces puede dominarnos, pero otras veces se gestiona, y hay que seguir adelante con eso.

“La enfermería son cuidados, es atención, es acompañamiento. Es confesión y es empoderamiento”

¿Cuáles son tus aspiraciones de futuro?

Hacer que IGNIA sea un centro de imagen corporal multidireccional, es decir, que englobe diferentes profesionales que te acompañen en un proceso integral. Pero no solo con la estética pura, sino que nos podamos convertir en el centro de referencia al que acudir cuando no sabes cómo cuidarte, sea por una cosa o por otra. 

Me gustaría no separar la estética de los cuidados, lo que en catalán se dirían “les cures”. Creo que la enfermería es mucho más. Que la enfermería son cuidados, es atención, es acompañamiento. Es confesión y es empoderamiento. Esta es una parte humana que me gusta vivir y sentir. De hecho, no sería lo mismo si no pudiese vivir esos momentos que me acercan al paciente de un modo casi personal, que hacen que, como profesional, pueda llegar a incidir tanto en la salud física como mental de ese paciente.

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