La danza estratégica: persuasión y estratagema
Psicóloga sanitaria, Master en Psicoterapia Breve y Estratégica , Máster en Comunicación y Problem Solving.
Experta en Hipnosis Eriksoniana. Autora de «Mitología terapéutica. Cómo usar los mitos griegos en psicoterapia breve».
Puedes encontrar más información sobre ella en su web: www.aliciagarciapsicologa.com
El psicoterapeuta estratégico acoge, entiende e inmediatamente se transforma en aquello que escucha y asume como suyo. Su mirada cambia, tiene esa habilidad, y ve como ve el otro y lo que el otro ve. Sintoniza. Desde su nueva perspectiva, con la que observa y comprende, también detecta (esta es la clave) lo que ha quedado oculto, tapado por sombras, a la vista del cliente. Su visión sintonizada, al mismo tiempo oscilante, tiene la capacidad de ampliarse y reestructurarse para llevar la luz a las zonas más oscuras e inexploradas. Pero, ¿cómo lo hace finalmente?
Entrevistas:
¿Cómo se lleva la luz a la oscuridad en una psicoterapia estratégica?
La terapia estratégica cuenta con dos armas extremadamente poderosas: la persuasión y la estrategia. El psicoterapeuta estratégico debe ser un hábil compañero de baile, que con la mirada y la música de su lenguaje, que es un reflejo iluminado del propio lenguaje del paciente, conduce suavemente a los ojos que lo siguen a donde quiere, hasta que estos brillen.
El psicoterapeuta estratégico se vale de técnicas de persuasión
La persuasión es la habilidad de hacer sentir nuevos horizontes, por unos instantes, donde solo había oscuridad. Para ello, utiliza el recurso hábil del diálogo estratégico y la evocación de sensaciones intensas mediante el lenguaje analógico. Por tanto, es un poeta que señala hacia una meta. Una especie de esfinge sabia y benéfica situada en una encrucijada de caminos.
La persuasión tiene sus propias reglas, heredadas de la Antigüedad. Ampliar la visión del otro, no contradecirla. No decir “no”. Evitar la oposición. Nadie quiere admitir fallas en su sistema, aunque sí, tal vez, admitir una visión incompleta de las cosas. En este sentido, reestructurar, redefinir, como parte de un diálogo estratégico. Preguntar, más que sentenciar, para dirigir la mirada del otro, a modo de embudo, hasta que solo vea un camino (el que señalaba la esfinge). Y sobre todo, hacer sentir, evocando sensaciones con las palabras, en lugar de tratar de hacer comprender.
Antes de convencer al intelecto es preciso tocar y predisponer al corazón, advertía Pascal. Por lo que es mejor usar el lenguaje analógico de las imágenes, aforismos, las metáforas, las historias y los mitos, como aliado formidable, y no la explicación racional. Todo recurso retórico análogo al propio problema pero “perteneciente a otro”, resulta completamente liberador y, al mismo tiempo, fácilmente identificable como propio. Porque persuadir es desmontar resistencias, suavemente, y conducir con ligereza hacia la claridad. La estratégica evocación de sensaciones, a través de la comunicación analógica del diálogo estratégico con el paciente, tiene la capacidad de crear experiencias vívidas, curativas y correctivas, a la manera de Alexander. Si la persona siente que hay un camino, el camino aparece bajo los pies.
El psicoterapeuta estratégico también elabora estrategia y estratagemas
Si el arte de la persuasión estratégica ha sido, sobre todo, resultado de la influencia clásica y sofista, el mundo de la estratagema procede del arte de la guerra y la táctica china: “vencer sin combatir”, “apagar el fuego añadiendo leña”, “partir después para llegar antes”, “surcar el mar sin que el cielo lo sepa”… De tal manera que cada una de las técnicas estratégicas se corresponde con una antigua estratagema oriental. La estrategia pertenece a un orden lógico y de abstracción superior a la estratagema y a la técnica concreta: las estratagemas (los trucos, ya sean retóricos o prácticos) son la manera en que se sigue una estrategia, más general. Son los instrumentos con los que se consiguen construir los eventos casuales planificados de los que hablaba Paul Watzlawick, portadores de las experiencias emocionales correctivas que conducen a la resolución del problema.
Fue Milton Erickson el primero en utilizar estratagemas para las dificultades humanas. Pero con la terapia breve estratégica de Giorgio Nardone se teorizó su uso en psicoterapia y se protocolarizaron los tratamientos. Una terapia estratégica es entendida como una partida de ajedrez, una batalla contra un fuerte adversario: en un primer momento la resistencia, en un segundo el problema, que siempre es un círculo vicioso de percepción y reacción. En este sentido, los eventos casuales planificados (aparentemente casuales pero realmente planificados por el terapeuta) supondrán la palanca de cambio que cortocircuite y detenga la reiteración disfuncional. El jaque mate.
La terapia estratégica es una danza guiada de forma estrategica
Así que una terapia estratégica es una danza guiada mediante la cual se libra una guerra inadvertida, en la que la comunicación, la persuasión y las estratagemas “casuales” determinan la victoria de cada batalla en el tablero.
Cultivar el arte de persuadir y comunicarse y conocer el mundo de la táctica estratégica son condiciones ineludibles para ayudar. Sobre todo para hacerlo en tiempo breve, de manera eficiente. Porque aunque resulte obvio decirlo, un psicoterapeuta no solo entiende y acompaña, también “toca” el alma del otro, en los lugares precisos, mientras le proporciona herramientas concretas – las necesarias–, que lo conduzcan a la resolución del problema.
En palabras de Saint-Exupèry: La perfección se consigue no cuando no hay nada más que sumar sino cuando no hay nada más que quitar.