El lado oscuro de la condescendencia

Dra. Karen Carvalho

Dra. Karen Carvalho

Codirectora del máster en terapia estratégica e integradora. Psicoterapeuta especializada en Terapia Breve Estratégica.
Trauma psicológico E.M.D.R. Socia fundadora en ACCIÓ Psicología

¿Qué es la condescendencia negativa?

La palabra condescendencia puede ser utilizada en 2 sentidos muy diferentes.

En un sentido positivo, la condescendencia es la habilidad de adaptarse, el deseo de acomodarse a la voluntad del otro o acondicionarse a una determinada situación, en el sentido de flexibilidad (siempre que no se trate de una condescendencia patológica o sumisión).

En un sentido negativo, ser condescendiente o víctima de condescendencia englobaría el hecho de mostrar un sentimiento, a veces falso, de amabilidad y empatía por obligación, mezclado con un sentimiento de superioridad.

El síndrome del impostor: ¿qué es y cómo superarlo?

Se prevé que el 70% de la población padecerá al menos un episodio del síndrome del impostor a lo largo de su vida.

¿En qué situaciones podemos encontrar este tipo de condescendencia negativa?

La condescendencia puede estar en cualquier situación en la que uno cree que su manera de ver la vida, su punto de vista, es el más coherente, el único o el más importante, generando un sentimiento de superioridad (sea consciente o no) y actitudes percibidas como soberbias o paternalistas.

Las situaciones en las cuales se puede ser condescendiente son a menudo aquellas interacciones en las que se juzga al otro como inferior o menos capaz por no ser igual o pertenecer al mismo grupo/colectivo (y esto puede englobar cultura, grupo social, grupo profesional, sexo, edad, nacionalidad, grupo político, etc.)

Puede ocurrir en todas las situaciones relacionales humanas donde el individuo pierde o no ha desarrollado la capacidad de ponerse en el lugar del otro y pasa a verse muy diferente de este. Si tomamos la terminología de la Sociología, estaríamos hablando de alguien que considera que el otro pertenece a un exogrupo (grupo social del que no se considera miembro) y no a su endogrupo (grupo social con el que se identifica). Eso dificulta la empatía y sería la razón por la que una misma persona pueda ser condescendiente con unos sí y otros no, en situaciones idénticas. 

¿Cuáles son los efectos (conscientes o no) de la condescendencia?

La condescendencia puede tener la función de expresar una opinión de manera NO asertiva. Igualmente, puede ser una manera inconsciente de manifestar ideas sutilmente, ideas que pueden no ser aceptables socialmente e incluso ideas que no pueden ser asumidas racionalmente.

Puede también tener como función ocultar el prejuicio y rechazo hacia el otro y el sentimiento de sentirse amenazado por el otro. Crear en el otro un sentimiento de inferioridad, poniéndose a uno mismo en valor pero de manera ambigua, sin posibilidad para que el otro se defienda.

¿Cómo detectar esta amabilidad fingida?

No siempre es fácil detectar la condescendencia, ya que puede ser muy sutil, especialmente cuando hablamos de personas que son consideradas «salvadoras», con un lenguaje no verbal amable, aparentemente inofensivas.

Se puede ser condescendiente mostrando aparente humildad o inocencia, o todo lo contrario, soberbia y desdén.

La condescendencia no siempre es una cosa planeada y consciente. A menudo, está ligada a la hipocresía o a la negación de ideas que no nos permitimos asumir conscientemente. Como mecanismo de defensa ante mi dificultad para afrontar mis propias inseguridades, necesito poner en evidencia al otro. 

Mansplaining y condescendencia

Efectivamente, el mansplaining es un tipo de condescendencia, que muestra la necesidad de un hombre de explicar a una mujer alguna cosa que ella ya sabe, de manera «más fácil» para que ella «pueda entender», a pesar de que ella ya sea una experta en el tema.

Lamentablemente, este tipo de condescendencia sigue siendo muy común, sobre todo en situaciones y asuntos donde históricamente ha existindo predominancia masculina, como la política, las empresas, los deportes… Pero también se puede extender a cualquier contexto social, incluso al patio de un colegio, entre amigos, con la pareja, etc., ya que son modelos que se aprenden en el medio familiar y se van repitiendo.

¿Cómo podemos evitar ser condescendientes?

Algunas actitudes que debemos evitar:

  • Ponernos en el rol de salvador que va a rescatar a los otros.
  • Dirigirnos a alguien por generalizaciones de conducta («típico de los hombres» «típico de los adolescentes», «típico de los policías»…)
  • Cualquier frase que empieza por «No, no es así, yo te lo explico…»
  • Demostrar sorpresa excesiva ante el acierto del otro: «¡Que bien! ¿lo has hecho tú todo? ¿Tú solo?
  • No ser empático con los sentimientos del otro: «No es para tanto, podría ser peor…»
  • Hacer correciones al otro, interrumpiendo su discurso (si ha cometido un error, esperar a que termine de hablar y mejor comunicárselo a solas).

Y si tienes dudas de si debes o no explicar alguna cosa a alguien u ofrecerle tu ayuda, pregunta primero, antes de darlo por hecho.

¿Cómo podemos reaccionar cuando somos víctimas de condescendencia?

La principal emoción que nace de manera natural cuando alguien aplica la condescendencia con nosotros es la rabia. El condescendiente nos hace sentir incapaces, inútiles o alimenta nuestra inseguridad.

Pero lo hace de una manera perversa, porque lo envuelve con tanta amabilidad que se produce una paradoja en nuestro interior: desearíamos enviarle a freír espárragos, pero no parece coherente como respuesta a unas palabras amables. Eso provoca que la rabia quede estancada dentro de nosotros y nos contamine.

Es por ello que debemos encontrar una vía racional y efectiva para canalizar esta rabia. La mejor manera de hacerlo es combatiendo al condescendiente con su propia arma: la amabilidad.

Pongamos un ejemplo:

Imaginemos que ante una tarea que interesa a varias personas porque repercutirá en un reconocimiento profesional la persona condescendiente dice: «No te preocupes, ya lo hago yo, tranquilo, que lo tengo más por la mano.»

En este caso, podríamos utilizar la amabilidad de la siguiente manera: «Muchas gracias, siempre te preocupas por mí y te lo agradezco. Esta vez seguro que también me ayudas dejando que me enfrente yo solo a este reto. Si necesito ayuda, te la pediré.»

Hay muchas maneras de canalizar la rabia que genera el condescendiente, pero a menudo lo que mejor funciona para sentirnos bien y responsables con nosotros mismos es responder a aquello que la persona nos expresa desde la amabilidad.

Recordemos que el condescendiente, sea de manera consciente o inconsciente, lo que no se espera es que sus palabras nos hagan fuertes.

Artículo redactado por Karen Carvalho, traducido y adaptado de esta publicación: https://www.rac1.cat/psicologia/20221010/101179/condescendencia-com-detectar-actuar-rebatre-superioritat-paternalisme-mansplaining.html

 

Suscríbete a nuestra newsletter

Inscribirse a nuestra newsletter


Correo electrónico   *
Nombre *
Apellidos *
et_nus 
*Campos obligatorios
Nota: Es nuestra responsabilidad proteger su privacidad y le garantizamos que sus datos serán completamente confidenciales.