Efecto Mozart, ¿mito o realidad?

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El Efecto Mozart es algo de lo que todos hemos oído hablar alguna vez en nuestra vida. Una de las afirmaciones en las que se basa es que escuchar al famoso compositor austríaco aumenta la inteligencia y tiene efectos cognitivos beneficiosos en bebés y niños pequeños. También beneficiaría el desarrollo de la inteligencia de los bebés en el útero. Durante el embarazo, se afirma que la exposición a la música de Mozart estimula las conexiones neuronales y ayuda a desarrollar los hemisferios del cerebro. Hay recopilatorios de música para bebés a la hora de dormir, para facilitar la estimulación de la inteligencia e incontables artículos que hablan al respecto.

La neurocientífica Carlota Pagès Potabella, profesora del Máster en Neuromúsica y músico con formación de jazz, arroja luz en este webinar sobre la famosa teoría que se mueve entre el mito y la realidad.

El origen del Efecto Mozart

¿De dónde viene el término Efecto Mozart? Encontramos su origen en el método de Alfred Tomatis, quién en 1991 escribió un libro sobre su experiencia en psiquiatría. Hacía terapia y trataba casos de depresión. Relata que en sus sesiones utilizaba la música de Mozart y eso ayudaba mucho en las sesiones de terapia con los pacientes. Uno de los mecanismos era estimular tanto el oído como el sistema nervioso y aprovechar los beneficios de esa música. Sin embargo, Tomatis no indagó en qué había en la música de Mozart que provocaba esos efectos. En 1993, la investigadora Frances Rauscher y su equipo intentaron relacionar directamente una sonata específica de Mozart, la K. 448, con el coeficiente intelectual siguiendo una escala que se utiliza mucho para evaluar la performance de la inteligencia en diferentes ámbitos intelectuales. Encontraron una relación directa entre escuchar 10 minutos esta sonata y la mejora en la realización de tareas de razonamiento espacial y de planificación. Este ejercicio de investigación de llevó a cabo con estudiantes universitarios. Vieron que los resultados eran diferentes entre los que escuchaban esta pieza de Mozart durante 10 minutos en comparación con los que realizaban tareas de relajación o los que estaban en silencio. Es interesante apuntar que la relación entre escuchar una pieza de Mozart y una tarea espacial está en el hecho de que para hacer una tarea espacial debes llevar a cabo unos pasos específicos. Por lo tanto, puede que la relación esté por ahí porque no se veía mejora en otros tipos de tareas de memoria o atención. Este fue el primer estudio que se realizó en adultos y demostró que había una relación directa entre escuchar música de Mozart y una habilidad cognitiva, pero ese efecto era temporal puesto que duraba entre 10 y 15 minutos.

En 1997, Don Campbell escribió un libro basándose en el estudio del equipo de investigadores del artículo de 1993 y acuñó el término Efecto Mozart para aplicarlo en niños y el poder que tiene la música para curar el cuerpo, reforzar la mente y desbloquear el espíritu creativo. Él era especialista en la ciencia del sueño y afirmaba que podía ayudar mucho a los niños. Este libro tuvo un gran impacto social y se inició el movimiento en el que se empezó a recomendar la música de Mozart para niños y escucharlo durante el embarazo. Se desencadenó un movimiento social alrededor de la música de Mozart y el efecto que podía tener.

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¿Hay investigación que respalde el Efecto Mozart?

Tras la búsqueda de artículos publicados en revistas científicas, es decir, revisados y respaldados por diferentes científicos especializados en ese campo, concluimos que el efecto de la música de Mozart, en concreto en bebés, tiene influencia en el desarrollo motor, gasto de energía y redes del lenguaje. A partir de ahí, hay artículos que reflexionan sobre si esto es un mito o no, ensayos con comentarios históricos y reflexiones sobre los efectos sociológicos. Más allá de eso, lo que se ha estudiado es el efecto de la música en el cerebro en general.

A favor del efecto Mozart encontramos estudios de 2001 hechos en ratas que explica la causa de por qué la música de Mozart u otras músicas tienen efectos en estas tareas de razonamiento y planificación espacial. Y es que se utilizan las mismas áreas del cerebro tanto para una tarea como para la otra. Es decir, ese efecto que encontraron en el artículo de 1993 en el que escuchar música de Mozart mejoraba la realización de las tareas espaciales se debía a haber calentado esas áreas del cerebro que se necesitan para realizar las tareas espaciales. En el estudio con ratas expuestas a la música de Mozart, estas hacían unas tareas en laberintos más rápidamente que otras no expuestas a las mismas piezas.

Otras evidencias que se llevaron a cabo en 1994 por el mismo grupo de investigadores indican que no hay efectos en otro tipos de tareas como las de memoria, pero sí efectos positivos en tareas espaciales. En aquella época también se hicieron estudios en los que se comprobó que otros tipos de música como la de Philip Glass o música dance no tenían esos efectos. O sea que hay algo particular en la música de Mozart que tiene un impacto medible e inmediato, aunque sea temporal.  Por otro lado, hay estudios un poco posteriores que muestran que música de Schubert e historias narradas pueden tener el mismo impacto en tareas cognitivas. Incluso se ha estudiado que con preadolescentes y música pop se encuentran también efectos de ensalzamiento cognitivo.

Como en todos los ámbitos de la ciencia, hay evidencias tanto para un lado como para el otro. De este pequeño resumen de investigación sobre la música de Mozart y esa pieza en concreto, concluiría que hay un efecto temporal en el razonamiento espacio-temporal y que está relacionado con el estado de ánimo y la excitación emocional que puede causar la música que se está escuchando. Sin embargo, nos encontramos con que al realizar una revisión de la bibliografía, hay muchas reviews que muestra que hay ciertos problemas metodológicos y es difícil generalizar. No hay quorum entre los investigadores. Por otro lado, surgen preguntas como hasta qué punto los beneficios musicales se transfieren a otros dominios cognitivos, más allá del del razonamiento espacio-temporal.

Mitos y verdades sobre el Efecto Mozart

Carlota Pagès nos descubre qué beneficios cognitivos esconde la música de Mozart desde la visión neurocientífica.

Efectos de la música a largo plazo

Los músicos son un buen ejemplo para ver cómo la exposición musical a lo largo del tiempo puede tener efectos que se mantienen y son medibles. Por un lado, los músicos muestran una sensibilidad a los estímulos auditivos en general. Son capaces de distinguir, categorizar más rápidamente, etc También eso implica que entienden mejor las cualidades abstractas de la música. Por otro lado, a nivel de habilidades cognitivas, hay una transferencia cognitiva, el entrenamiento musical facilita la memorización y codificación de estructuras musicales. Pero además hay muchos artículos que muestran el impacto que el entrenamiento musical tiene a nivel de coeficiente intelectual como la memoria de trabajo, la atención o incluso percepción del habla en espacios ruidosos.

Entre los músicos hay cambios a nivel perceptivo, cognitivo y estructural y funcional del cerebro. Si observáramos un escáner cerebral de un músico y un no músico, veríamos diferencias. Ante una resolución inesperada, los músicos muestran un efecto más extenso en área e intensidad, que los no músicos.  Se ve incluso en niños pequeños, entre 7 y 9 años, pues se activan las mismas áreas temporales (escucha y proceso) en adultos y en niños.

Un debate constante en la investigación sobre los efectos del entrenamiento musical es ¿Esto es producto del entrenamiento o de las habilidades innatas que llevan a estas personas a estudiar música? Una de las mejores maneras de averiguar si el efecto del entrenamiento musical es causa del entrenamiento o de una predisposición es hacer estudios longitudinales, seguir a una población a lo largo del tiempo y ver cómo cambia.  

Rauscher y su equipo realizaron un estudio a lo largo de seis meses en niños de 3 años que recibieron formación musical. Esas mismas tareas espaciales mejoraban en un 30%. Un estudio realizado de 2013 a 2016 se investigó la formación musical en niños de 8 años durante un periodo de dos años y se observó un impacto en las habilidades lingüísticas y esto se comparó con clases de pintura. Otro estudio de 2018 expuso a niños durante toda la escuela de primaria a entrenamiento musical y lo comparó con artes visuales y otras actividades escolares. Se observó un impacto en diferentes tipos de coeficientes intelectuales. Todo esto parece indicar que los estudios musicales tienen una relación directa y medible con el éxito escolar porque hay una transferencia cognitiva.

Conclusiones

Hay evidencia de que la música, específicamente la de Mozart, con una exposición muy corta en el tiempo, puede mejorar las habilitades cognitivas y está relacionado con el estado emocional. No solamente es la estructura de la música de Mozart o las emociones que nos genera, lo que tiene este efecto de beneficio cognitivo. Más allá de esto, hay estudios longitudinales que demuestran que el entrenamiento musical causa una mejora cognitiva gradual y hay esa transferencia a diferentes dominios no específicos de la música como puede ser el habla, la planificación de tareas, memoria o atención. Eso se mide en estudios con adultos que muestran que el entrenamiento musical causa una mejora cognitiva sostenida en el tiempo porque llega a causar cambios estructurales y funcionales en nuestro cerebro que son muy difíciles de revertir a no ser que haya una degradación neuronal.

 

La música de Mozart es un caso completo que encapsula una serie de factores que son muy beneficiosos con estímulos musicales particulares. Puede ser la estructura de sus piezas y cómo se relacionan las notas entre ellas, pero creo que la música en general y cada tipo de música impactará de manera diferente en cada uno de nosotros

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