Josep Marco-Pallares: «Hay aspectos cerebrales que justifican la anhedonia musical”

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Josep Marco-Pallares es psicólogo, físico, Doctor en Neurociencias y profesor de la facultad de Psicología de la Universitat de Barcelona. Es investigador también en el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (UB-IDIBELL).  

Josep ha realizado varios estudios sobre el papel que juega la música en nuestra vida y qué determina que nos produzca placer o todo lo contrario. Lo que se conoce como anhedonia musical. De los mecanismos cerebrales que provocan que nos guste o no escuchar música y qué diferencias individuales hay en la preferencia por la complejidad de las canciones, nos habla en esta entrevista. 

¿Por qué nos gusta la música?

J: Esto tiene mucho que ver con la idea de que la música no tiene una función biológica clara. Hay diferentes teorías. Algunas enfatizan el poder de la música para generar lazos sociales, para unir a las personas y sincronizar grandes grupos. Otras teorías enfatizan los aspectos de tipo emocional. Otras apuntan a la selección sexual en algún momento determinado. 

La parte que nosotros estudiamos más son los procesos básicos. Y una explicación que nos convence bastante es un aspecto funcional básico del cerebro. Uno de los objetivos del cerebro es entender bien el mundo, por lo que necesitas tener un buen modelo del mundo que te permita predecir lo que va a pasar y cuanto mejor sea tu modelo del mundo, mejor podrás sobrevivir. Cuando consigues aprender algo nuevo del mundo, eso es reforzador para el cerebro.

En ese sentido, la música juega un papel interesante. Toda tu vida te has culturalizado en una música, con lo cual, sabes predecir lo que va a pasar cuando escuchas una melodía, generando un modelo de lo que va a pasar. Mientras puedas hacer este proceso de predecir, la música te va a gustar. Siempre que escuchas una canción dos veces, tres o cuatro, siempre te gusta más que la primera vez. Y eres capaz de hacer mejores predicciones.

¿Por lo que estas predicciones que hacemos escuchando música dependerán de los díficil que nos resulten las canciones o las melodías no?

Otro aspecto es la complejidad de las canciones y en ese sentido hay diferentes rangos. A la gente en general le gustan las canciones de complejidad media, que te permiten generar expectativas y estar en continuo aprendizaje. El proceso de predigo, resuelvo y acierto, una parte, se convierte en un juego mental reforzador. Esto es solo una parte del puzzle ya que te gusta la música porque genera contextos, pero en el mecanismo que trabajamos más es en el de generación de expectativas.

¿Podríamos decir que escuchar música es algo gratificante para todo el mundo?

J: La primera cosa interesante, en este sentido, es que todas las culturas tienen música y este es un aspecto muy asumido, pero bastante sorprendente.

Dentro de estas culturas, sabemos que a la mayoría de gente le gusta la música, pero en un momento dado nos preguntamos hasta qué punto esto era verdad. Sabemos que a la gente deprimida o con problema del funcionamiento global del circuito de recompensa no le gusta la música porque tiene una reducción de la capacidad para experimentar placer ante cualquier estímulo. Pero lo que nos preguntamos es ¿qué ocurre con la gente sana y feliz? ¿A todo el mundo le gusta la música?

Descubrimos que hay un tanto por ciento de la población a la que no le gusta la música, que padecen anhedonia musical. Pero sí otras cosas como la comida, el sexo, pasear por ciertos lugares, etc. Cuando seleccionamos este grupo de personas, intentamos ver que no tuvieran problemas perceptivos y al estudiarlas con detalle, pudimos ver que no mostraban reacciones fisiológicas ante melodías agradables para la mayoría de gente. Pero sí las mostraban ante otro tipo de estímulos reforzadores como el dinero.

Y además, al analizar su actividad cerebral, veíamos que había una reducción en la actividad de las áreas del sistema de recompensa al escuchar música, pero no al ganar dinero. Y también observamos una desconexión entre las áreas perceptivas de la música y las áreas del circuito de recompensa, comparado con la gente a la que sí le gustaba la música.

Parece que hay un aspecto de funcionamiento cerebral que justifica que a estas personas no les guste la música.

"Hay personas con anhedonia musical que sí sienten placer por la comida o el sexo. En su actividad cerebral vimos una desconexión entre las áreas perceptivas de la música y las del circuito de recompensa"

¿La incapacidad de sentir placer escuchando música o de padecer anhedonia es reversible?

J: No lo sabemos. Estamos mirando cómo intentar estudiarlo. No sabemos bien el origen. Parece que pueda haber aspectos genéticos relacionados con la sensibilidad a la recompensa musical.

Dentro de poco se va a publicar un estudio en el que se ve que hay componentes genéticos. Hay estudios que se han hecho con niños evaluando qué tanto les gusta la música. Y parece que ya desde niños se observa una disparidad muy grande. Pero hasta qué punto esto se pueda o no revertir, es algo que no sabemos y estamos planificando estudiar.

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¿Existen personas hiper sensibles a la música?

J: Tienes personas a las que les gusta la música de forma normal. Luego a los que no les gusta la música o tienen anhedonia musical. Y después están los hiper sensibles.

Hay un componente muy relacionado con aspectos de regulación emocional: la música me calma, me reconforta y hace compañía. Por otro lado, hay aspectos de evocación de emociones: tener escalofríos, llorar y sentirse conmovido. Luego hay aspectos sociales como compartir la música con otra gente, aspectos de tipo motor como bailar, y el buscar cosas nuevas constantemente.

Hay gente que puntúa todos estos aspectos en alto, al igual que hay gente que es selectiva. Después hay extremos con casos de musicofílicos. Y casos reportados de gente que tras un accidente vascular cerebral o choque eléctrico, se ha vuelto obsesiva respecto a la música o un tipo de autor, pero son casos extremos.

¿En qué consistió el estudio que realizasteis para averiguar cómo se ve determinada la sensibilidad a la música?

J: El primer estudio que hicimos surgió a raíz de la variación en la respuesta de la gente al preguntarles si les gusta la música. Lo primero que hicimos fue desarrollar un cuestionario con muchos ítems para ir desgranando. Al final, nos quedamos con un cuestionario relativamente corto y fácil de usar.

El desarrollo de este cuestionario fue la primera fase que nos mostró esta discrepancia entre personas con mayor o menor gusto por la música. A la que comparamos este cuestionario de música con cuestionarios de sensibilidad general a la recompensa, había un grupo de gente que puntuaba muy bajo a nuestro cuestionario. Pero puntuaba normal al cuestionario de otros tipos de recompensa.

Entonces seleccionamos a población con muy poca sensibilidad a la música, sensibilidad media y con hiper sensibilidad. Los igualamos en todo y entonces les pusimos una tarea de escuchar música agradable. Luego, melodías que en general gustaban e incluso generaban escalofríos. Y después melodías que ellos decían que les gustaban.

De hecho, el primer resultado del estudio es que esta gente no traía melodías o se las habían pedido a sus amigos porque decían que no escuchan música. Analizando esto y comparándolo con tareas de ganar o perder dinero, fue cuando empezamos a ver que, en el caso del dinero, todos los grupos mostraban reactividad. Mientras que, ante la tarea de música, las personas anhedónicas específicas ante la música, no mostraban ningún tipo de reactividad.

Repetido esto en resonancia magnética funcional encontramos que, cuando estas personas ganaban dinero, se activaba el circuito de recompensa de forma normal. Pero en cambio, cuando escuchaban música, este circuito no se activaba y las áreas perceptivas supra-temporal (que son las que procesan de forma primaria la música y el sonido), no se conectaban correctamente con las áreas del circuito de recompensa.

Posteriormente, también vimos que había problemas de conectividad estructural. Veíamos que en los haces de sustancia blanca que conectan el área supra-temporal con la frontal y la frontal con el núcleo accumbens también había una relación con la sensibilidad a la recompensa. Esto indica que el flujo de información está comprometido. Estamos estudiando cómo diseñar experimentos para ver si podríamos hacer una intervención y si esto podría revertirse.

"En general, la gente escucha durante su vida la música que escuchó durante un periodo concreto"

Si todos somos diferentes, con gustos diversos y diferentes maneras de experimentar placer, ¿cómo explicas que haya canciones que gusten a millones de personas en el mundo?

J: Hay aspectos de culturización. Al final, a cada generación le va gustando algo diferente. En general, la gente escucha durante su vida la música que escuchó durante un periodo de su vida.

Si una persona crece escuchando una música determinada que esté de moda, seguramente generará preferencias sobre ese estilo de música. Al cabo de un tiempo, a base de repetir eso, se fundirá la fórmula y se tendrá que reinventar porque la repetición y expectativa está bien hasta un cierto punto. Estamos estudiando con Ernest Mas, otro investigador de aquí, que puede haber diferencias individuales en la preferencia por la complejidad.

Sabemos que hay personas a las que les gustan canciones más simples y otras a las que les gusten estructuras más complejas. ¿Hasta qué punto esto solo es una cuestión de exposición o puede haber aspectos más de índole personal? Hemos visto que hay diferencias individuales que están asociadas a preferencias y valoraciones respecto a cuando escuchas melodías nuevas.

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¿Cómo regulan nuestras emociones?

¿Puede darse el caso de alguien que sepa tocar música, lo haga bien, pero no disfrute escuchando música o tenga anhedonia musical?

J: Nosotros habíamos tenido casos de estos. Cuando publicamos el artículo sobre anhedonia musical específica, tuvimos un boom de gente que nos decía que a ellos no les gustaba la música y ahora sabían que no estaban solos. También tuvimos a músicos diciendo que tocaban bien, pero que no disfrutaban de la música.

Puedes ser anhedónico musical simplemente porque estás deprimido y no te apetece escuchar música, lo cual es normal. Nunca exploramos mucho más y hacer un estudio sobre esto sería complicado teniendo que buscar a músicos y una población concreta. Pero a nivel de auto reporte hemos tenido diferentes casos de músicos. ¿Hasta qué punto puede ser anhedonia musical específica o puede haber otros aspectos relacionados con anhedonias globales? Pues tampoco lo sabemos.

"Estamos intentando averiguar a nivel cerebral qué determina la complejidad de las preferencias musicales individuales"

¿Hay diferencias entre géneros respecto a la sensibilidad o placer escuchando música de mujeres y hombres?

J: Habíamos encontrado algunas diferencias individuales. Pero también es verdad que en los primeros estudios que hicimos, teníamos un total de unas mil y pico personas, y eso no te da para extraer grandes conclusiones sobre diferencias individuales.

Sí que encontramos, en general, mayor sensibilidad en mujeres. Pero en otros factores no, y había diferencias de edad. Al estudiar la anhedonia musical, nos parecía que teníamos más hombres que mujeres, pero como son grupos muy concretos, es difícil saber. Vamos con cuidado con hacer afirmaciones contundentes porque no hemos hecho un estudio específico sobre esto.

¿Estáis trabajando en nuevos estudios sobre la relación entre la música y el cerebro?

J: Estamos trabajando en aspectos de intentar entender a nivel cerebral esta preferencia por la complejidad y cómo se puede explicar. También en aspectos de preferencias individuales, intentar entender hasta qué punto las podemos explicar y hasta qué punto y esta complejidad se puede entender a nivel cerebral.

También tenemos otros proyectos más divertidos. Ernest Mas trabaja con earworms, que son esas melodías que se te meten en la cabeza y no te las puedes sacar, para intentar entender estos mecanismos que expliquen la percepción y recompensa musical.

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