Las bondades de cantar en grupo

Mati Segura

Mati Segura

Psicóloga clínica y cantante en coros.
Colabora como terapeuta sexual y de pareja en Oncolliga (Fundación liga oncológica contra el cáncer)
y en la Fundación Galatea como psicóloga de apoyo para profesionales de la Salud.

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“Podemos pensar diferente pero cantamos juntas. No necesito palabras” dijo ya hace diez años la cantante Lidia Pujol, durante el concierto “País petit”, cuando cantó junto a Maite Martin la canción “L’arbret”. 

La música tiene algo especial y es inexplicable a veces la manera en la que puede removernos por dentro. Y ya si la compartimos y la cantamos en grupo, hace que nos cale aún más, llegando a ser en cierta manera casi curativa. Es la magia que rodea este arte. Capaz de conectar culturas, idiomas, costumbres, nuestros sentimientos y los de otros, haciendo que empaticemos, que no nos sintamos solos, etc. 

Se puede llegar a entender un poco esto, si recordamos un concierto de un artista o grupo favorito en el que hayamos estado, donde cientos o miles de personas pueden cantar al unísono varias canciones, ¿a qué las sensaciones en esos momentos son increíbles? O en el caso de que pertenezcas a un grupo o un coro, como es mi caso, ¿a qué es emocionante los ensayos y cantar con otras personas delante de un público?

A continuación, explicaré cómo música y emoción se conectan en nuestro cerebro y cómo la música nos puede aportar aún más a la hora de cantar en grupo.

El sistema límbico, la clave por la que música y emoción se vinculan

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La música y la emoción se entrelazan en una misma área del cerebro, el sistema límbico, el cual viene heredado de nuestros antepasados más primitivos. El sistema límbico es una red de neuronas especialmente conectadas entre sí y distribuidas por el cerebro, mezclándose con otras de sus muchas estructuras, y que actúan ante ciertos estímulos ambientales provocando respuestas emocionales.

Por ejemplo, la música es uno de estos estímulos ambientales. Y dependiendo del tipo de música que escuchemos experimentamos unas emociones u otras. Cuando las vibraciones sonoras son procesadas por el sistema límbico, se producen sensaciones específicas según las experiencias vividas y los estímulos de cada momento. Además, la música, al estar tan vinculada con los procesos subconscientes del cerebro, no solo evoca memorias y experiencias pasadas, también relaciona nuevos momentos y vivencias con sonidos, que cuando se escuchen en un futuro, revivirán las mismas emociones.

De hecho, cada vez aparecen más estudios que muestran la relación estrecha que existe entre la música y los estado de ánimos, o entre la música y la cooperación entre personas. De alguna manera, la música consigue hacernos sentir muy bien, y aún más si la compartimos de la forma en que sea con otras personas.

¿Qué puede enseñarnos la psicología de la música?

La música es un aspecto tan ligado a nuestro interior que, a través de ella, uno puede llegar a conocer su yo interior y el de otros.

La música está presente en nosotros desde que nacemos

Desde la psicología del desarrollo, podemos saber que el ser humano nace con algunos reflejos innatos. Como por ejemplo, al nacer nadie nos enseña a succionar, sin embargo lo hacemos, y así es cómo nos alimentamos los primeros meses vida. Tampoco nadie nos enseña al nacer a tener miedo, pero los bebés se asustan y lloran cuando sienten un ruido demasiado fuerte. De esta manera, comenzamos a protegernos de los peligros.

Pero, a lo largo de su desarrollo, el ser humano obtiene otro tipo de reflejos que podrían denominarse como adquiridos, como el aprendizaje o adquisición de ciertos sonidos y/o música. A lo largo de la historia, todas las sociedades humanas que se han estudiado tienen música. Y esta se origina desde sonidos tan simples como los “non-non non-non” que tarareamos cuando cogemos a un bebe en brazos para calmarlo y hacerlo sentir seguro en los primeros momentos de su vida. 

Además, hoy en día sabemos, gracias a la información que nos proporcionan las imágenes cerebrales, que la música y cantar nos provoca placer. Cuando escuchamos melodías agradables, nuestro cerebro libera dopamina de manera muy similar a cuando nos gusta mucho una comida o cuando tenemos sexo. Por otro lado, ayuda a reducir los niveles de cortisol, la hormona responsable del estrés y la ansiedad. Pero a la ciencia no sólo le interesa saber los beneficios de escuchar música, también quiere ir más allá y saber: ¿qué pasa cuando cantamos?, y más concretamente, ¿qué pasa cuando cantamos a coro un grupo de personas juntas?

Cantar en grupo favorece nuestra salud, especialmente la mental

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Desde un punto de vista evolutivo, la principal razón por la que nuestra especie no se ha extinguido es precisamente porque somos seres sociales. Para sobrevivir como especie nos necesitamos los unos a los otros, y sobre todo porque como individuos necesitamos tener un sentido de pertenencia. Por lo cual, no es extraño que la evolución haga que aquellas actividades que hacemos en grupo nos hagan sentir bien y, esto a su vez, provoque una mayor y mejor cohesión entre las personas. Y una de esas actividades puede ser cantar en grupo o cantar a coro.

En relación a esto, el investigador de la Universidad de Frankfurt, Günther Bastian, afirma que cantar ayudar a fortalecer el sistema inmunológico. Para demostrarlo, decidió coger varias muestras de sangre de algunas cantoras de un coro, tanto antes como después de ensayar las canciones. El resultado de este estudio fue que después del ensayo, las concentraciones de inmunoglobulina de la cantoras habían aumentado. 

También el especialista en neurociencia musical y doctor en comunicación, Jordi A. Jauset, destaca que cantar un grupo de personas juntas ayuda a establecer relaciones de confianza y de cohesión con los compañeros, además de favorecer la generosidad entre personas.

En definitiva, la ciencia solo quiere demostrar lo que ya hemos experimentado las personas que cantamos en una coral, como es mi caso. Y al parecer es algo que ha estado presente desde siempre, porque ya Platón defendía la música y, sobre todo el canto, como herramientas para ser buenos ciudadanos.

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