El cáncer y su tratamiento conllevan numerosas secuelas físicas visibles en los pacientes. Algunas de estas son temporales como, por ejemplo, la pérdida de cabello después de la quimioterapia, mientras que otras serán irreversibles. Una mastectomía es irreversible y aunque existen los implantes y técnicas reconstructivas como la micropigmentación areolar, la sensación de pérdida puede quedar latente para siempre.

Cada paciente puede experimentar en mayor o menor grado el duelo corporal y por ello es fundamental ofrecer acompañamiento psicológico desde el mismo diagnóstico, anticipando las fases a las que se tendrá que enfrentar. La labor preventiva, aportando información y ayudando a gestionar las emociones, es esencial para mitigar el miedo y la angustia. El malestar por el cambio de imagen puede prolongarse en el tiempo en algunos casos y acabar afectando a todas las áreas de la vida del paciente, provocando incluso depresión y aislamiento social.

Cada caso requerirá de unos tiempos y herramientas para superar emocionalmente la pérdida. Así como en ciertos diagnósticos se puede trabajar con antelación, hay otras pérdidas que llegan sin previo aviso. Un accidente de tráfico que deje lesiones perennes en las víctimas requerirá un abordaje psicológico especial.